¿Cómo cuidarse después del verano? ¿Qué comer?
El verano es una época en la que muchas personas se relajan en cuanto a hábitos alimenticios y de salud. Entre las vacaciones, las reuniones sociales, las comidas en la playa y el cambio en la rutina diaria, es común que se adopten hábitos menos saludables. Sin embargo, con el final del verano y la vuelta a la rutina, es el momento perfecto para reequilibrar el cuerpo y recuperar hábitos saludables. En este artículo, hablaremos de cómo cuidarse después del verano, qué comer para sentirse mejor y cómo restaurar el bienestar.
¿Cómo cuidarse después del verano?. Los efectos del verano en la salud
El verano trae consigo ciertos excesos que, aunque forman parte de la diversión, pueden afectar al bienestar general. Algunos de los problemas más comunes incluyen:
- Deshidratación: El calor y la exposición prolongada al sol pueden provocar una pérdida de líquidos y minerales esenciales, lo que puede afectar la piel, el sistema digestivo y los niveles de energía.
- Exceso de comidas grasosas y azucaradas: En muchas ocasiones, las dietas de verano incluyen alimentos procesados, ricos en grasas, azúcares y alcohol, lo que puede llevar a una sensación de hinchazón y aumento de peso.
- Alteración del sueño: Las noches largas y el desajuste en los horarios de descanso pueden afectar la calidad del sueño, lo que influye en el estado de ánimo y la salud general.
Por lo tanto, después del verano, es esencial restablecer el equilibrio, cuidando tanto el cuerpo como la mente. Aquí te explicamos cómo hacerlo a través de la alimentación y algunos hábitos saludables.
1. Hidratarse adecuadamente
Otra manera de hidratarse es consumir alimentos ricos en agua, como el pepino, el melón, la sandía y el apio. Estas frutas y verduras no solo aportan agua, sino también vitaminas y minerales esenciales.
2. Detox con frutas y verduras
Frutas ricas en antioxidantes como las fresas, arándanos, cítricos y kiwi. Estos alimentos ayudan a combatir los radicales libres que pueden haberse acumulado debido a la exposición al sol.
Verduras crucíferas como el brócoli, la coliflor y las coles de Bruselas, que son excelentes para apoyar la salud del hígado.
Vegetales de hoja verde como la espinaca, la rúcula y la acelga. Estas verduras son ricas en fibra y clorofila, lo que favorece la limpieza intestinal y mejora la digestión.
3. Incrementar la ingesta de fibra
Cereales integrales como la avena, la quinoa y el arroz integral, que aportan energía de manera sostenida y mejoran la digestión.
Legumbres como las lentejas, garbanzos y frijoles, que además de ser ricas en fibra, contienen proteínas vegetales que ayudan a recuperar la energía después de los excesos.
Frutas con piel como las manzanas, peras y ciruelas, que son una excelente fuente de fibra soluble e insoluble.
Vegetales de hoja verde como la espinaca, la rúcula y la acelga. Estas verduras son ricas en fibra y clorofila, lo que favorece la limpieza intestinal y mejora la digestión.
4. Reequilibrar el consumo de proteínas
5. Evitar los alimentos ultraprocesados
6. Establecer una rutina de ejercicio
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