Hoy en día, más del 50% de los escolares come en el colegio. La alimentación en esta etapa es fundamental, por lo que es completamente esencial aportar a nuestros hijos una dieta equilibrada que combine perfectamente el menú escolar con la cena.
Afortunadamente, los menús escolares actualmente y de forma generalizada, están basados en el aporte de todos los nutrientes necesarios para el desarrollo de los niños. Es realmente importante que los más pequeños aprendan hábitos saludables de alimentación y a saber comer correctamente, no solamente en el colegio, sino también en casa.
Generalmente, la comida del mediodía suele proporcionar el aporte de energía y nutrientes más elevado. Aunque la cena sea algo más ligera, ambas ingestas deben de estar compuestas por los mismos grupos de alimentos: verduras u hortalizas, un aporte de hidratos de carbono (arroz, pasta, patatas, pan u otro cereal) y un aporte de proteína (legumbre, pescado, huevos o carne). Además de fruta fresca o yogur de postre.
En este sentido, lo más importante es ir variando los platos para que los niños reciban el aporte calórico diario necesario para su edad. Es de bastante ayuda tener el menú escolar colgado en la cocina para organizar las cenas de la semana de acuerdo con la alimentación escolar. Si por ejemplo, el niño ha comido pasta, carne y yogur, la mejor cena posible será un plato de verdura y fruta de postre.
La variedad en los menús no solamente es efectiva para controlar la alimentación de los más pequeños, sino que además van a aprender a comer todo tipo de alimentos y comer será un proceso ameno de aprendizaje. Si bien en algunos colegios se realizan actividades relacionadas con la comida, éstas también se pueden realizar en casa, como por ejemplo que los niños ayuden a sus padres a cocinar la cena y aprendan la importancia de los distintos alimentos.
Por último, pese a ser difícil muchas veces, es recomendable que toda la familia coma exactamente lo mismo, de forma que los niños entiendan que se trata de la mejor alimentación. Los niños son un reflejo de sus padres, y , si éstos tienen buenos hábitos alimenticios, serán capaces de transmitírselos a sus hijos.